Tipos de yacimientos
Los restos arqueológicos característicos del entorno del Teide corresponden mayoritariamente con una ocupación humana de tipo temporal y estacional. Se trata, por tanto, de los restos de las estructuras de sus modestas y sencillas viviendas. Los guanches habitaban en cabañas ligeras y pequeñas, de las cuales sólo se conservan parte de sus muros. Estas construcciones, de diversa tipología y funcionalidad, se conservan muy bien en el ámbito del Parque Nacional del Teide, a diferencia de lo que ocurre en otras zonas de la isla, por lo que constituyen un ejemplo único y excepcional de la vida de los aborígenes de la isla y de su adaptación al medio. Los restos de estas cabañas se extienden por todo el territorio del Parque con mayor o menor concentración en determinadas zonas, en función de las condiciones de habitabilidad del entorno o de los recursos buscados. Es importante, por ejemplo, la concentración de yacimientos arqueológicos de esta naturaleza a lo largo de las vías de comunicación natural o en las proximidades de fuentes de agua.
Hay que destacar la falta de excavaciones y estudios en profundidad de estos yacimientos de superficie ubicados en las Cañadas del Teide, donde tan sólo se ha efectuado la excavación de un conjunto de estas características en el valle de Chafarí, cuyos resultados se han publicado parcialmente (Hernández, 2006:682-711) y las más recientes iniciadas en el año 2011 en un importante conjunto de la Montaña de Chasogo, todavía en estudio. En el marco de los nuevos proyectos de investigación (Red de Parques Nacionales y Ministerio de Economía y Competitividad), se ha establecido un programa de excavaciones arqueológicas sistemáticas en distintos yacimientos de estas características.
Junto a las estructuras habitacionales hay que destacar las denominadas “áreas de actividad”.Se entiende bajo el término genérico de área de actividad la existencia de una acumulación de evidencias arqueológicas en superficie, de desigual concentración, y sin delimitación de estructuras actualmente visibles. Estas acumulaciones son indicativas de la ocupación reiterada de estas zonas por parte de los guanches, donde realizaban actividades relacionadas con distintos aspectos de la vida cotidiana y/o diversos procesos productivos. Existen concentraciones de restos arqueológicos que no permiten establecer la actividad desarrollada en esos lugares, pero en algunos casos el registro de superficie por sus características es orientativo de la actividad principal realizada. Así se han podido distinguir las canteras- taller para la extracción y fabricación de molinos de lava vacuolar o utensilios de obsidiana, los caminos y las vías de comunicación, el aprovisionamiento de agua o el tallado esporádico de recursos líticos.
Espacios sepulcrales
Otros yacimientos destacables son lo yacimientos sepulcrales colectivos o individuales. Los cuerpos se depositaban en cuevas o grietas naturales, cuyo acceso se cerraba parcialmente con un muro de piedra. Existen grandes necrópolis como la de la Cueva del Salitre, ya conocida desde finales del siglo pasado, o la del Llano de Maja, estudiada por L. Diego Cuscoy, que funcionaron como auténticos cementerios colectivos. Por el contrario, existen otros muchos pequeños enclaves sepulcrales, aprovechando las grietas y pequeñas cavidades. Estas servían para depositar un cuerpo o un número pequeño de individuos. Lamentablemente este tipo de yacimiento ha aparecido siempre muy alterado y los restos dispersos e incompletos. A pesar de ello se ha podido saber que en estos enclaves funerarios se depositaban hombres, mujeres y también niños, con edades útiles para desarrollar labores de pastoreo (6-8 años) o incluso más pequeños. Para algunos investigadores, como por ejemplo, Luis Diego Cuscoy, estos restos humanos pertenecen a los pastores guanches que encontraron la muerte mientras desarrollaban sus labores de pastoreo estacional; para otros se trataría fundamentalmente de los restos de los alzados o resistentes que se cobijaron en la cumbre tras la conquista, y para otros es posible que algunos de los enterramientos estuvieran vinculados con el ámbito sagrado de Las Cañadas. El abanico cronológico (dataciones por el procedimiento del C14) obtenido en muestras humanas, nos indica que hay depósitos sepulcrales muy antiguos (siglo IV d. C.) y otros muy recientes (ya del siglo XV y XVI).