El Parque Nacional del Teide ocupa un extenso territorio de la cumbre de la isla de Tenerife, que incluye Las Cañadas y El Teide. Los límites actuales son estrictamente administrativos y, por tanto, artificiales. Los datos históricos que se muestran en este sitio web son el resultado de diversas investigaciones arqueológicas realizadas en el contexto geográfico de la alta montaña.
La presencia humana en Las Cañadas del Teide se remonta al tiempo de los guanches. Los primeros pobladores de Tenerife realizaron aquí múltiples actividades relacionadas con usos ganaderos, la extracción de agua y nieve, el aprovechamiento de vegetales y minerales, como las obsidianas o la piedra molinera. Fue además un espacio, cargado de simbolismo, esencial para la comunicación, el intercambio y la interacción social entre las distintas comunidades aborígenes de la isla. Después de la conquista de Tenerife por los castellanos en 1496, la cumbre fue lugar de refugio durante mucho tiempo para los guanches alzados y resistentes, que no quisieron someterse al nuevo sistema económico y social procedente de la Península Ibérica.
Los nuevos colonizadores, además de continuar con el sistema de pastoreo que ya tenían los guanches, introdujeron otras formas de aprovechamiento de los recursos de montaña, acordes a la sociedad y economía de la época, como el carboneo, la recogida de leña y cisco, la apicultura, la extracción de nieve y de minerales como la piedra pómez y el azufre, o el uso de esta zona como lugar de tránsito antes del trazado de las carreteras, de manera que por aquí pasaban los arrieros transportando diversas mercancías entre el norte y sur de la isla. Estas actividades se practicaron hasta la creación del Parque Nacional en 1954, año en que empezaron a ser regulados o prohibidos.
Desde ese momento se contempla la protección de sus valores arqueológicos. Así, en el primer reglamento por el que había de regirse, del 9 de Diciembre de 1955, la Junta designada a tal efecto, tenía las siguientes atribuciones:
“velar por la conservación de sus interesantísimas peculiaridades geológicas y arqueológicas con el fin de prevenir que personas incompetentes y no debidamente autorizadas se dediquen a explorarlas o investigarlas con peligro de su destrucción o desaparición” (Art 3º C).
El patrimonio que alberga el Parque Nacional del Teide abarca un período muy extenso, desde la época guanche hasta el siglo XX, suponiendo una de las áreas de la isla que mejor conserva las evidencias arqueológicas.
Así, el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional del Teide, aprobado mediante Decreto 153/2002, de 24 de octubre, (BOC de 16 de diciembre) establece entre sus objetivos (2.A.3): “articular las medidas necesarias para conseguir la protección integral de los recursos arqueológicos y etnográficos del Parque, estableciendo para ello la adecuada coordinación entre las instituciones competentes”. Asimismo entre sus criterios de gestión (3.2.9), se señala que se “preservará y fomentará la apreciación por el público de todos los recursos culturales del Parque a través de los adecuados programas de investigación, tratamiento, protección, información e interpretación.”
Desde 1980 se contempla la elaboración de la Carta Arqueológica del Parque Nacional como un objetivo fundamental para la protección y conocimiento de sus valores arqueológicos. La administración del Parque Nacional ha venido realizando, desde finales del pasado siglo hasta la actualidad, sucesivos trabajos patrimoniales, así como la ejecución de distintos programas de investigación arqueológica en colaboración con la Universidad de La Laguna.