Las Cañadas del Teide fue un espacio casi aislado hasta bien entrado el siglo XX, debido a sus propias condiciones naturales y a la inexistencia de buenas vías de comunicación. Por esta razón, casi nada se conocía de Las Cañadas desde el punto de vista arqueológico hasta el año 1945, cuando la apertura de las nuevas carreteras y la creación de la Comisaría Provincial de Excavaciones Arqueológicas (1942), propiciaron que Luis Diego Cuscoy (1907-1987) planificara la primera de una larga serie de actuaciones arqueológicas en Las Cañadas del Teide.
El interés de Cuscoy por esta zona se debió a que tuvo noticias del hallazgo de vasijas intactas en Las Cañadas por parte de un grupo de soldados que recogían leña. Es así como se inicia la primera etapa de investigaciones en esta zona, en la cual Diego Cuscoy conoce a Juan Évora, un cabrero que le recomienda incluir en sus exploraciones la zona de Cañada Blanca.
Luis Diego Cuscoy fue uno de los mayores defensores de la creación del PNT y el responsable de que se contemplara en sus primeras normativas la necesidad de proteger sus recursos arqueológicos. Este investigador, posteriormente Director del Museo Arqueológico de Tenerife hasta su fallecimiento, es el pionero en los estudios arqueológicos en Las Cañadas del Teide, y fue quien estableció la primera interpretación sobre el poblamiento prehistórico de la zona. Así, Luis Diego afirmaba en 1956 que “En las Cañadas se encuentra la clave de la vida aborigen de Tenerife”.
La mayor parte de los estudios posteriores a los trabajos de Luis Diego no han hecho más que reforzar, completar o matizar sus observaciones iniciales, como la existencia de importantes enclaves sepulcrales; refugios y abrigos de carácter provisional y eficazmente adaptados al medio; la presencia de escondrijos donde se guardaban distintos objetos, principalmente vasos cerámicos; canteras-taller para la fabricación de utensilios líticos; etc.
Cañada Blanca
La Cañada Blanca ocupa un lugar destacado en los primeros trabajos de Luis Diego Cuscoy. Los estudios realizados allí le sirvieron para marcar los criterios y los métodos de campo a seguir en las futuras prospecciones arqueológicas.
Cuscoy publica los resultados de estas primeras investigaciones (Informes y Memorias de la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, nº 14), resaltando la importancia de los cazadores, pastores y carboneros como gremios que conocían la existencia de objetos guanches desde tiempos pasados, convirtiéndose en los principales informantes para organizar sus exploraciones arqueológicas. Así, el pastor Juan Évora se convirtió desde entonces en un informante fundamental para Luis Diego Cuscoy, que le brindó su casa de Boca de Tauce y que actualmente es el Centro de Interpretación Etnográfico “Juan Évora” del PNT.
Cañada de Pedro Méndez
“Los hallazgos verificados en la cantera y en lugares cercanos nos permiten, además, dar con todo detalle del proceso de fabricación de un molino desde la pieza en bruto, pasando por todos los momentos de su desbaste y pulimento, hasta la terminación de la muela”. Es así como Luis Diego Cuscoy publica en 1947 la cantera-taller de molinos de La Cañada de Pedro Méndez, que supuso la constatación de la existencia de un taller en el que se extraían y trabajaban los importantes recursos pétreos de Las Cañadas.
La importancia de los trabajos arqueológicos en Las Cañadas quedó reflejada en la inauguración del Museo Arqueológico de Tenerife en 1958, y el nombramiento de Luis Diego Cuscoy como Director.
Por otro lado, el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de La Cruz, tuvo un pequeño museo concebido como Gabinete Científico, impulsado por Telesforo Bravo y Celestino González Padrón, con una pequeña sala donde se expusieron materiales procedentes casi en su totalidad de Las Cañadas. En el momento de su inauguración en 1953, esta sala recibió el nombre de Luis Diego Cuscoy. Sus fondos están actualmente depositados en el Museo Arqueológico del Puerto de La Cruz.